¿Qué tienen en común tres jóvenes provenientes de
Afganistán, Ruanda y Colombia? Su preocupación por los alimentos y por el
futuro que estos tienen en cada uno de sus países. Al menos eso es lo que
cuenta Alejandra Romero, una estudiante colombiana de antropología de 20 años
que reconoce no ser una fotógrafa experta, pero resultó ganadora de un concurso
que organiza la Unión Europea (UE), que premia a los jóvenes que mejor retraten
cómo el proceso que rodea a la comida puede llegar a ser nociva para la
economía, para el medio ambiente, para la vida misma.
La imagen que presentó Romero formó parte de las más de 200
que participaron de todo el mundo. Ella fue la fue la única de América Latina y
el Caribe seleccionada. Y su voz se unirá a la de ocho jóvenes de Asia, África
y Europa que quieren llamar la atención sobre cómo las políticas públicas no
están evitando que el futuro sea devastador. Por eso, con sencillas imágenes,
piensan llamar la atención durante el foro Días europeos del desarrollo que se
realiza este miércoles y jueves en
Bruselas.
La colombiana eligió unos tomates para plasmar su idea.
“Traté de hacer una versión vegetal del famoso gráfico que muestra a los
homínidos evolucionando hacia el homo sapiens. Elegí utilizar tomates, porque
recuerdo cuando fui a un cultivo y son litros de químicos que se usan para su
evolución. Me pareció la analogía perfecta para lo artificial”, cuenta desde la
capital de Bélgica, desde donde pide que no se abandone a los campesinos y
agricultores de su país.
La reflexión que pretende generar es la que según ella se
debería plantear cualquier persona en el momento de pararse en un mercado a
elegir su comida. “¿Qué le estamos dando a nuestros cuerpos? ¿Son productos
alterados con químicos o genéticamente para mejorar su sabor o para aumentar su
tamaño? ¿Se fumigó con pesticidas? Me conformaría con que las personas le den a
su mente un segundo para formularse aunque sea uno de este tipo de
cuestionamientos”, agrega.
En Colombia, según un informe de la ONG Agro-Bio, se
sembraron durante el año anterior 118.899 hectáreas de cultivos transgénicos,
lo que representó 16.876 más que en 2003. “En mi país la comida es cada vez más
sintética, nos olvidamos de cómo nuestros campesinos utilizan la tierra para
cultivar y para que los alimentos fueran naturales”, dice la joven, que en el
foro expondrá su idea junto con otros activistas que impulsan, desde el tema de
la alimentación, un cambio en el mundo.
La foto de la colombiana, elegida para representar a América
Latina y el Caribe, trata de capturar la industrialización de los alimentos y
el nuevo ciclo de “no vida” en un país donde desde el 2002 se siembran
transgénicos.
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