Los cefalópodos pueden obrar estos espectáculos gracias a un denso tejido de células especializadas que tienen en la piel. Pero antes de poder adoptar un nuevo disfraz, deben percibir el fondo con el que quieren fundirse.
Los cefalópodos poseen unos ojos grandes y potentes para captar su entorno. Pero también tienen otra manera de percibir la luz, a través de la piel. Es posible que estos animales hayan desarrollado un ojo que ocupa todo su cuerpo.
Cuando la luz penetra en el ojo de un cefalópodo, se estrella contra unas moléculas de la retina denominadas opsinas. La colisión desencadena una reacción bioquímica que envía una señal eléctrica desde el ojo del cefalópodo hasta el cerebro.
La piel de los cefalópodos contiene unas células llenas de pigmentos conocidas como cromatóforos, que están rodeados de músculos y terminaciones nerviosas. Cuando los músculos se contraen, extienden los cromatóforos, lo cual les permite absorber más luz y da nuevos colores a los animales. Los cefalópodos tienen hasta 16.000 cromatóforos por centímetro cuadrado de piel,
Se averiguó que, en las sepias, las opsinas solo se producen en los cromatóforos. Lo mismo ocurría con los calamares. Asimismo, los científicos descubrieron otras enzimas en la piel de los animales que están presentes en el ojo, donde permiten a las opsinas transmitir señales de la luz al sistema nervioso.
Unos científicos tuvieron más suerte, en lugar de calamares o sepias, decidieron estudiar pulpos, que recogieron de las marismas situadas cerca del campus.Estos estudios convencieron a los científicos de que los cefalópodos podrían haber desarrollado un sistema para percibir la luz, y tal vez el color, directamente a través de la piel. A continuación extirparon trozos de piel de los animales y los iluminaron para ver si podían obtener una respuesta.
Los científicos descubrieron que los pulpos, al igual que las sepias, tienen opsinas en la piel. Pero en lugar de producirlas en los cromatóforos, los pulpos solo fabrican opsinas en unas terminaciones nerviosas.
Unos científicos tuvieron más suerte, en lugar de calamares o sepias, decidieron estudiar pulpos, que recogieron de las marismas situadas cerca del campus.Estos estudios convencieron a los científicos de que los cefalópodos podrían haber desarrollado un sistema para percibir la luz, y tal vez el color, directamente a través de la piel. A continuación extirparon trozos de piel de los animales y los iluminaron para ver si podían obtener una respuesta.
Los científicos descubrieron que los pulpos, al igual que las sepias, tienen opsinas en la piel. Pero en lugar de producirlas en los cromatóforos, los pulpos solo fabrican opsinas en unas terminaciones nerviosas.
Cortaron fragmentos de piel de pulpo para comprobar si respondían a la luz. Cuando los científicos dejaban la piel a oscuras o la sometían a una tenue luz roja, permanecía pálida. Pero cuando encendían la luz, los cromatóforos se expandían rápidamente y oscurecían la piel en cuestión de segundos.
Todavía nadie puede precisar con exactitud cómo utilizan los animales la luz que captan las opsinas para controlar su color de piel.se sospecha que la luz impacta en las opsinas de la piel, que estimulan a las neuronas para que transmitan información a los cromatóforos vecinos. La piel se expuso a luces de varios colores para probar su sensibilidad. La luz azul fue la que desencadenó la respuesta más rápida. Las opsinas del ojo del pulpo también son especialmente sensibles a dicha luz.
Fuente de información: http://elpais.com/elpais/2015/05/28/ciencia/1432802332_950078.html
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