El hallazgo de tres nuevos
fósiles adornan los estudios sobre la
cadena evolutiva del ser humano. En poco menos de dos meses en los que se han
producido estos descubrimientos se une otra serie de noticias sobre la
evolución humana que se han producido de este año, bicentenario del nacimiento
del naturalista inglés Charles Darwin. Ciento cincuenta años después de la
publicación de su teoría de la evolución, que bajó al ser humano del pedestal y
lo colocó en su justo lugar entre los demás primates, los científicos siguen
perfilando los detalles de la historia familiar de la humanidad.
El 18 de mayo se presentó Darwinius masillae,
el primate fósil más completo y mejor conservado obtenido hasta la fecha. Sus
descubridores bautizaron al ejemplar como "el descubrimiento científico
más importante de los últimos tiempos" ya que afirmaban que este fósil de
47 millones de años de antigüedad se trataría del "eslabón perdido entre
todos los primates y el resto de los mamíferos".
Un mes más tarde, se publicó el
descubrimiento de Ganlea megacanina, un primate de hace 38 millones
de años encontrado en Myanmar, candidato a antecesor común a todos los simios,
incluido el hombre. Este sí que es muy importante porque tradicionalmente se ha
considerado África como el continente en el que aparecerían los primates
antepasados de todos los monos y antropoides modernos.
El lugar de origen de los simios
no es el único que ha sido cuestionado recientemente. En junio de este año, se hizo
público el descubrimiento de Lluc, un primate que vivió hace unos 12 millones de años en
la península Ibérica que sería una forma intermedia entre los extintos
afropitecinos y los actuales grandes simios (orangutanes, gorilas, chimpancés y
humanos). Ambos fósiles apuntan al origen euroasiático de los grandes simios,
que se pensaba que había tenido lugar en África, desde donde habrían migrado a
Asia los antecesores de los orangutanes.
Un reciente estudio concluye que
los antepasados humanos no caminaban por el suelo apoyándose en los nudillos,
como sí lo hacen chimpancés y gorilas. Los grandes simios más emparentados con
el hombre desarrollaron esta adaptación de manera independiente, según afirman
los autores del estudio.
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