se
remonta hasta la época comprendida entre unos 32 y 5 millones de años atrás. Se
la considera la edad de oro de los primates ya que según los trabajos de John
Kappelman, antropólogo de la Universidad de Texas, se han encontrado
fósiles de hasta 30 géneros diferentes pertenecientes a dicho periodo. Es la
historia evolutiva de nuestra superfamilia, el grupo de los hominoideos, que incluye
a los gibones, a
los grandes simios y a nosotros, los humanos.
Los
primeros hominoideos que conocemos se encontraron en Kenia son de
una antigüedad de entre 20 y 18 millones de años. Es importante porque
nos permiten saber cómo fueron los primeros simios, que posteriormente se
convertirían en los primeros antepasados humanos. La característica principal
es la ausencia de cola y los ojos en posición frontal, ya dirigidos hacia
adelante.
Expansión de los hominoideos
En el periodo que va desde los 17 hasta los 12 millones de años, los hominoideos salieron del continente africano y se expandieron por el territorio de las actuales Europa y Asia.
Con
posterioridad, a causa de un cambio climático en el que se enfrió la superficie
terrestre, las selvas tropicales y subtropicales que cubrían gran parte
del planeta se fragmentaron. En ese momento, las sabanas y los pastos se
extendieron.
Para
poder llevar una vida terrestre, necesitaban una postura más erguida y una
dentición más resistente para poder procesar las semillas y hierbas que se
encuentran en los espacios abiertos; algo que conseguirán los homínidos unos
pocos millones de años después.
De hominoideo a homínido
En
la actualidad, homínidos es el término por el que se conoce a los
representantes de nuestra familia biológica, es decir, a los seres
humanos. A lo largo de la historia evolutiva ha habido diferentes especies de
esta familia, incluso periodos en los que varias han compartido el mismo
territorio de manera simultánea.
Es
hace unos 6 millones de años cuando da comienzo la historia evolutiva de los
homínidos. En esta época aparece el género Ardiphitecus, popularizado
con el nombre de Ardi,
que significa “tierra” o “suelo” en la lengua Afar.
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