lunes, 1 de junio de 2015

UNA BACTERIA TRANSGÉNICA DIAGNOSTICA CÁNCER EN LA ORINA

Resultado de imagen de bacteria transgenica

La bacteria Escherichia coli es un ser vivo sencillo –tiene unos 4.300 genes- y vulgar –abunda en el intestino de aves y mamíferos, y por ello también en sus heces, normalmente, sin provocar mayores problemas-. Pero tras manipular convenientemente su genoma en el laboratorio es capaz de abandonar su papel (colaborar en el proceso digestivo) y asumir funciones complejas reservadas a sofisticados equipos de diagnóstico por imagen (TAC, resonancias magnéticas, tomografía por emisión de positrones) como la identificación de metástasis en el hígado de ratones. Si hay un tumor, el microorganismo lo señala con la coloración de la orina. "Han convertido las bacterias en bactodoctores", resume el especialista en biología sintética de la Universitat de València (UV) Manuel Porcar.





Resultado de imagen de bacteria transgenicaUn grupo de la Universidad de California (San Diego) y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) describe en Science Translational Medicine cómo han transformado una cepa de la bacteria en una herramienta de diagnóstico viva. La misma publicación recoge el trabajo de otro equipo, formado por investigadores de la Universidad de Stanford y de Montpellier, que, a través de una estrategia diferente, ha manipulado la E. coli para que identifique la presencia de glucosuria –exceso de glucosa ligada a la diabetes- también en la orina. En ambos casos, como detalla Porcar, investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutivade la UV, el esquema empleado es el mismo: incorporar un número determinado de genes en la estructura de la bacteria para, primero, detectar una alteración del metabolismo sano –exceso de glucosa, un tumor- y, ante esta circunstancia, ser capaz de emitir una señal medible –normalmente con una coloración o una luminiscencia-.

La metástasis en el cáncer de hígado es especialmente difícil de detectar prematuramente mediante técnicas de diagnóstico por imagen y, cuando da la cara, frecuentemente es demasiado tarde para garantizar el éxito del tratamiento. Este órgano suele ser el principal destino hacia donde se diseminan otros tumores, como el colorrectal, de mama o de páncreas. De ahí el interés de los investigadores por diseñar un mecanismo que permita la identificación temprana de las neoplasias hepáticas mediante microorganismos modificados.

Los investigadores partieron de una característica que tienen bacterias como la E. coli: su capacidad de abrirse paso desde el tracto intestinal hacia el hígado y su afinidad por unirse al tejido tumoral y colonizarlo. “Nadie sabe con detalle por qué sucede, probablemente tenga que ver con la falta de actividad del sistema inmunitario y la abundancia de nutrientes en la zona”, comenta Arthur Prindle, uno de los autores del trabajo que ha dirigido Tal Danino (del MIT) y Jeff Hasty (de la UCSD).

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Trabajaron con la subespecie de E. coli Nissle 1917, conocida por sus propiedades probióticas (microorganismos que en determinadas cantidades aportan beneficios a las personas, como las famosas Lactobacillus casei o bífidus introducidas en los lácteos). Es tan fácil de adquirir que se vende por Internet y su uso se recomienda para el tratamiento de la colitis ulcerosa, nada que ver con la función final adquirida tras la reinvención genética a la que ha sido sometida.

http://elpais.com/elpais/2015/05/27/ciencia/1432722590_100946.html

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