Un estudio
sostiene que la zona habitable alrededor de las enanas rojas es mayor de lo que
se creía.
día y ya acariciamos la idea de poder verlos directamente
dentro de poco. Hay bastantes equipos que se dedican a estudiar este campo,
tanto desde el punto de vista teórico como experimental. Algo que era ciencia
ficción hace no tantos años es ya una ciencia que nos permite soñar con otros
mundos.
La meta, el santo grial, es encontrar un planeta habitable en el que haya surgido la vida. No es una tarea sencilla, pues esa Tierra II tiene que estar a la adecuada distancia de la estrella en la llamada “zona habitable”. Si se sitúa un poco más cerca de su sol el calor será excesivo y se evaporará el agua que tenga. Si está más lejos que la frontera exterior entonces se congelará. En ambos escenarios la vida, tal y como la conocemos, no es posible. En nuestro sistema solar la zona habitable se extiende desde las 0,7 UA hasta las 3 UA, es decir, desde algo más lejos de Venus hasta dos veces la órbita de Marte. Es una pena que Venus y Marte no tuvieran sus ubicaciones cambiadas, porque esto haría a Venus un planeta muy propicio para la vida.
La meta, el santo grial, es encontrar un planeta habitable en el que haya surgido la vida. No es una tarea sencilla, pues esa Tierra II tiene que estar a la adecuada distancia de la estrella en la llamada “zona habitable”. Si se sitúa un poco más cerca de su sol el calor será excesivo y se evaporará el agua que tenga. Si está más lejos que la frontera exterior entonces se congelará. En ambos escenarios la vida, tal y como la conocemos, no es posible. En nuestro sistema solar la zona habitable se extiende desde las 0,7 UA hasta las 3 UA, es decir, desde algo más lejos de Venus hasta dos veces la órbita de Marte. Es una pena que Venus y Marte no tuvieran sus ubicaciones cambiadas, porque esto haría a Venus un planeta muy propicio para la vida.
En el otro extremo tenemos las enanas rojas, que brillan durante muchos miles de millones de años, pero su zona habitable está muy cerca y es más estrecha. Esto tiene la desventaja de las fuerzas de marea y el escaso margen de error para situar un planeta justo dentro de esa zona. Por otro lado la mayoría de las estrellas pertenecen a esta clase, así que las probabilidades juegan a favor.
Se puede argumentar que hay cientos de miles de millones de estrellas en nuestra galaxia y que las probabilidades indican que, de todos modos, tiene que haber planetas de tipo terrestre en la zona habitable. Pero la ciencia no es materia de fe, hay que encontrar pruebas para afirmar que existen esos planetas y de nada sirve si están al otro lado de la galaxia en donde no los podemos ver.
En el fondo queremos que esa situación de un planeta en la zona habitable tenga cierta probabilidad de que se dé. Primero porque filosóficamente nos gusta y segundo porque científicamente es mucho más útil.
Pues bien, un estudio apunta a que la zona habitable de las enanas rojas es mucho más amplia de lo que se había pensado. En concreto hasta un 30% más grande.
La zona habitable no depende exclusivamente de la estrella sino de también de las propiedades del planeta. Así, una atmósfera rica en dióxido de carbono puede calentar más al planeta que la posea. Las características superficiales son también importantes y una superficie helada refleja mucha luz y puede hacer que el planeta caiga en una espiral de enfriamiento.
La capacidad de reflejar luz que tiene un planeta depende de su albedo. Un albedo alto indica que refleja mucha luz y uno bajo que refleja poca.
Manoj Joshi y Robert Haberle apuntan a un factor importante en este tema que hasta ahora se había pasado por alto. La cantidad de luz que refleje un planeta no sólo depende del material que lo cubra, sino además del color de la luz que lo ilumine. Y la luz de una enana roja es muy roja, incluso infrarroja. La cantidad de luz que refleja el hielo o la nieve no es la misma para los distintos colores. El albedo que proporciona la nieve y el hielo es de 0.8 y 0.5 respectivamente (se refleja un 80% y un 50%) para la gama de luz visible, que es la que principalmente emite el Sol, pero es más bajo para la luz emitida por las enanas rojas.
Estos investigadores han calculado el albedo que tendría un planeta cubierto de nieve o hielo bajo la iluminación de las estrellas Gliese 436 y GJ 1214 (a 33 y 40 años luz de nosotros respectivamente). Bajo esa iluminación los albedos serían de 0,4 y 0,1 para la nieve y el hielo. Se sabe que estas estrellas albergan exoplanetas orbitando alrededor de ellas.
Esto significa que los exoplanetas podrían situarse más lejos de su estrella y seguirían siendo habitables, lo que amplía la anchura de la zona habitable. El radio de la zona habitable se expande en un 10%-30% respecto a lo que se creían antes.
Quizás esto pueda afectar a la supertierra Gliese 581d, que en un principio fue situada justo al borde exterior de la zona habitable, aunque posteriormente fue situada un poco más adentro. De todos modos no parece que este exoplaneta puede tener mucho hielo o nieve. Como siempre, lo malo es que, de momento, no disponemos de más datos que sus parámetros orbitales y no tenemos ninguna imagen de ella.
De todos modos, este resultado aumenta mucho las posibilidades de que exista vida en nuestra galaxia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario