Viajar al
espacio en ascensor
A unos 36.000 kilómetros de altura sobre
la superficie terrestre, un satélite puede mantener la velocidad necesaria para
permanecer en órbita, y al mismo tiempo estar quieto sobre un punto fijo de la
superficie, ya que su movimiento se ajusta perfectamente al de rotación de la
Tierra.
Este principio astronáutico, fundamento
de los satélites geoestacionarios, lleva también a un concepto simple pero
atrevido:
Dado que a esa altura y velocidad
orbital un cuerpo permanece inmóvil con respecto a la superficie de la Tierra,
¿por qué no descolgar de él un cable que descienda hasta el suelo, uniendo así
el cielo y la tierra? Entonces, si se consigue un amarre estable, basta con
hacer subir y bajar por él un ascensor para hacer viajes entre la Tierra y el
espacio.
Representación
artística de un ascensor espacial.
El reto mayor para hacer realidad este
singular concepto de Ascensor Espacial es el cable. Ni tan solo el acero
resiste su propio peso sin romperse antes de que un cable hecho con él llegue a
desplegarse hasta los 36.000 kilómetros de longitud.
El filamento que una cielo y tierra
deberá ser tan liviano y a la vez robusto, que las características físicas que
habrá de tener resultan sorprendentes.
La
capacidad de construir estructuras larguísimas en el espacio será decisiva para
hacer realidad el ascensor espacial.
Hasta hace poco tiempo, no había ideas convincentes sobre cómo obtener
un cable así. Pero con la revolución de la nanotecnología, y en particular con
la invención y el acelerado desarrollo de los nanotubos de carbono, algunos
científicos ya comienzan a señalar a este tipo de materiales como un candidato
idóneo para el cable del ascensor espacial.
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