miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los gusanos, entre los primeros animales en recuperarse tras la extinción masiva que acabó con los dinosaurios



Un nuevo estudio de los sedimentos depositados poco    después de que un asteroide cayera en el Golfo de México hace 65,5 millones de años (una catástrofe asociada a una gran extinción global en la que también perecieron los dinosaurios), sugiere que simples y humildes gusanos pudieron ser parte destacada de la primera fauna que resurgió después del cataclismo planetario.
Nuevas evidencias obtenidas en Dakota del Norte por el equipo de la geóloga Karen Chin de la Universidad de Colorado en Boulder muestran redes de pequeñas madrigueras presumiblemente excavadas por gusanos, a menos de 8 centímetros por encima de la capa de sedimentos que marca el Límite Cretáceo-Terciario.



Aunque Chin y sus colegas aún están trabajando para fechar con la debida precisión y fiabilidad las madrigueras fósiles, ella cree que probablemente fueron hechas pocos miles de años después de la extinción. Las investigaciones futuras deberían ayudar a definir mejor la antigüedad de esas madrigueras.

Las madrigueras, que han dejado huellas tridimensionales, fueron encontradas justo entre una capa de carbón y una capa de limolita, en un sitio ubicado en el sudoeste de Dakota del Norte. El hallazgo lo hizo Dean Pearson, del PTRM (Pioneer Trails Regional Museum), un museo instalado en Bowman, Dakota del Norte.


Pearson ha pasado muchos años en la zona estudiando yacimientos del Límite Cretáceo-Terciario. La descomposición de la materia orgánica acaecida en el entorno durante aquella época remota debió servirles como fuente de alimento a los gusanos.

La arcilla de la capa límite formada a finales del periodo Cretácico está asociada con altos niveles de iridio, un elemento poco común en la corteza terrestre, pero abundante en los asteroides.

El asteroide del tamaño de Manhattan cayó en la Tierra a una velocidad 150 veces mayor que la de un avión de pasajeros a reacción, y se cree que liberó alrededor de mil millones de veces la energía de la bomba atómica de Hiroshima, provocando durante un tiempo tormentas colosales de polvo y ceniza, incendios aterradores, tsunamis ciclópeos, megaterremotos, y la oscuridad y el frío propios de un Invierno Nuclear.

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