Los mares
subterráneos de una luna de Júpiter
Los científicos sospechan desde hace años que Europa, una de las 65 lunas de Júpiter,
alberga grandes océanos interiores. Un nuevo estudio que será publicado esta
semana en la revista 'Nature' respalda esta teoría y sugiere que es posible que
Europa sea un satélite habitable.
Eso sí, cuando los científicos hablan de la posibilidad de que haya vida en
otros cuerpos del Sistema Solar no se refieren a seres inteligentes como los
que imaginó Arthur C. Clarke en '2010: Odisea 2'.
De hecho, en el caso de que exista o hubiera existido algún tipo de vida en
Europa, lo más probable es que se tratara de microorganismos similares a los
que se han descubierto en ambientes extremos de la Tierra, como los que se dan
en Río Tinto (Huelva).
La NASA ofrecerá esta tarde en rueda de
prensa más detalles sobre este descubrimiento, realizado por científicos de la
Universidad de Texas (EEUU).
Para llevar a cabo la investigación se utilizaron imágenes captadas
por la nave espacial Galileo, que fue lanzada en 1989 a bordo del
transbordador 'Atlantis' con la misión de explorar Júpiter y su sistema
planetario. La sonda de la NASA ha proporcionado tanta información sobre el
gigante gaseoso y sus lunas que los científicos están tardando décadas en
analizarla.
Grandes océanos
El nuevo estudio ofrece nuevos indicios sobre la existencia de un gran
océano subterráneo en una zona conocida como 'Caos de Conomara'. Este tipo de
regiones, conocidas con nombre de 'terrenos caóticos', se caracterizan por
tener una superficie helada altamente fragmentada y de forma muy irregular.
Además, los investigadores creen que este satélite podría albergar otros
depósitos de agua en regiones poco profundas de Europa.
Los astrónomos pensaban que Europa (que tiene un tamaño ligeramente
inferior al de nuestra luna) tenía grandes océanos subterráneos sobre los que
flotaban enormes capas de hielos con un espesor de varios kilómetros. Los
bloques se desplazarían y chocarían unos con otros horizontalmente. Hasta
ahora, creían que los océanos interiores estaban separados del exterior.
Sin embargo, este nuevo estudio, liderado por Britney Schmidt, sugiere que los
movimientos verticales de estas placas también son muy importantes. Estos
desplazamientos en vertical proporcionarían un mecanismo para que los océanos
interiores se mantengan en contacto con las zonas exteriores del satélite.
De esta forma, "el transporte de elementos químicos desde la
superficie de Europa hasta el interior, y viceversa, abre la posibilidad de que
Europa sea una superficie habitable", explica Rafael Bachiller, director
del Observatorio Astronómico Nacional.
Por su parte, el investigador del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC) Jesús
Martínez-Frías, señala que "el modelo propuesto supone un avance
en el intento de comprender la compleja tectónica de la corteza helada de
Europa. Su mayor o menor espesor es un factor importante desde el punto de
vista geodinámico y astrobiológico (para la búsqueda de vida)", afirma a
ELMUNDO.es a través de un correo electrónico.
"La hipótesis planteada enfatiza la importancia de los modelos
geológicos terrestres como análogos para estudiar otros planetas y lunas. En
este caso los modelos usados corresponden fundamentalmente a los volcanes
subglaciares de nuestro planeta", explica el investigador.
Los resultados de este estudio, sin embargo, no podrán ser confirmados
hasta que se envíe una nueva sonda de exploración al sistema de Júpiter, el más
grande de los planetas de nuestro Sistema Solar. Dentro de un par de meses, la
Agencia Espacial Europea decidirá si envía una misión para investigar el
sistema planetario de Júpiter.
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