El tratamiento del infarto es una de las parcelas que ha concentrado
más esfuerzos y más esperanzas para aprovechar la capacidad regeneradora
de las células madre. Sin embargo, desde que en 2001 se ensayó por vez
primera, los resultados han sido muy desiguales y siguen estando lejos
del uso clínico. El Hospital Gregorio Marañón de Madrid
ha presentado este viernes una nueva vía para reparar corazones
lesionados que da respuesta a algunos de los grandes problemas
detectados en estos últimos 14 años. Ataca a la lesión cuando aún se
puede despertar la respuesta regeneradora y emplea las células madre
adultas del corazón, teóricamente, las idóneas.
La estrategia empleada hasta ahora, que usaba como materia prima de
la terapia a células madre del propio paciente, obligaba a esperar entre
cuatro y ocho semanas para poder procesarlas y tratar al enfermo. Los
investigadores han recurrido a células obtenidas de donantes, que pueden
ser almacenadas y, así, disponer de ellas en el momento idóneo, entre
los 5 y los diez días después del infarto, para inyectarlas a través de
la red vascular, de forma que colonicen la zona afectada, impulsen la
producción de nuevo tejido y mejoren la función cardiaca.
Esta misma estrategia, probada en cerdos, ha ofrecido “resultados muy
buenos”, como traslada a este diario Francisco Fernández-Avilés, el
jefe de servicio de cardiología del Gregorio Marañón, tras la
presentación este viernes del ensayo en el que participarán 55 pacientes
para evaluar la técnica. En su desarrollo han participado la
Universidad Católica de Lovaina y el Hospital Saint Louis de París.
Además, colaboran una decena de grupos españoles, tanto de hospitales y
como de centros de investigación. Entre ellos, la empresa española de
tecnología Coretherapix, que ha desarrollado el tratamiento, y que pertenece al Grupo Genetrix, dirigido por la exministra de Ciencia Cristina Garmendia.
De momento, ya se han tratado siete personas cuya evolución es “muy
favorable pese a que presentaban una grave afectación del tejido
cardiaco”.
La respuesta en la atención al infarto, la primera causa de muerte en
hombres, ha evolucionado hasta reducir los fallecimientos del 15% hace
15 años al 5% actual en las áreas de salud con mejor respuesta. Sin
embargo, lo más frecuente es que los pacientes desarrollen una
insuficiencia cardiaca que les acompañará toda la vida y, en muchas
ocasiones, de mal pronóstico, que obligará a reingresos continuos. “Para
estos casos, no se vislumbran innovaciones quirúrgicas o farmacológicas
en los próximos 10 o 15 años”, explica Fernández-Avilés.
De ahí la esperanza que levantó el tratamiento con células madre para
evitar o reducir las lesiones que provoca el infarto de miocardio. Pero
la terapia regenerativa no es siempre eficaz. Si se aplica de forma
inmediata al episodio cardiaco, la inflamación mata a las células
regeneradoras trasfundidas. Si se aplica demasiado tarde, la cicatriz ya
se ha consolidado. Fernández-Ávila explica que existe una ventana que
va del quinto al décimo día posterior al infarto. Este es el momento en
el que, aunque se hayan destruido las células musculares, “aún se
preserva la estructura extracelular que da soporte a las células”, por
lo que las células madre son capaces de regenerar el corazón, reducir la
cicatriz y prevenir una futura la insuficiencia cardiaca.
Frente a otros abordajes, en los que se han empleado células madre
obtenidas de médula ósea, sangre periférica o grasa, el grupo del
Gregorio Marañón emplea células madre cardiacas. Por su perfil similar
al tejido que tienen que regenerar son las más indicadas. Pero poder
hacerlo no ha sido fácil. Este tipo celular es muy escaso y es complejo
hacer proliferar cultivos en el laboratorio. Coretherapix lo ha logrado
hasta alcanzar las poblaciones suficientes que necesitan los pacientes.
En los ensayos, se han trasfundido 35 millones de células por enfermo.
En contra de lo que se podía suponer, hasta el momento y pese a
tratarse de células con un perfil de compatibilidad distinto, los
pacientes no han manifestado muestras de rechazo a las células
reparadoras trasfundidas.
José Ramón González-Juanatey, presidente de la Sociedad Española de
Cardiología, insiste en que “aún está distante” la aplicación clínica de
todos estos ensayos que se llevan sucediendo desde principios de la
década pasada, aunque admite que, después de haber dado muestras de
haber perdido impulso, los trabajos con células madre para tratar
infartos “se están reactivando”. En todo caso, este cardiólogo es cauto
respecto a las técnicas que consisten en la infusión de células sin más.
“Yo creo que la vía pasa por ayudar con factores de crecimiento, y más a
largo plazo, por conseguir despertar la capacidad autónoma de
regeneración del corazón”.
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