Los grupos antivacunas se encuentran en el punto de mira desde que un brote de sarampión que comenzó en un parque deje cientos de contagios en Estados Unidos y una muerte en Alemania. Basta que un turista no vacunado contraiga el virus para que este se disemine sin control, si la población no está efectivamente inmunizada, en cualquier lugar del mundo.
Según la OMS, el sarampión es la principal causa de muerte en niños pequeños a pesar de existir una vacuna para prevenirlo. Este hecho reaviva el debate acerca de la conveniencia de las vacunas. El pasado mes de enero, un brote en un parque temático en California, EEUU, provocó cientos de contagios en este país, que prácticamente había eliminado el virus en el año 2000. El virus se ha extendido a México y Canadá.
La discusión cobró más importancia cuando el pasado Lunes se confirmó en Alemania la muerte de un bebé de 18 meses por sarampión. Este país acumula en lo que llevamos de 2015 centenares de contagios, más que en todo el 2014.
En España, la última victima mortal causada por el sarampión fue en 2011. A partir de ese fallecimiento hubo más contagios, siempre considerados brotes de pequeña magnitud según fuentes sanitarias, algo normal debido a las altas coberturas vacunales de nuestro país.
En 2012, Noruega e Islandia se marcaron un objetivo: erradicar la rubeola y el sarampión a finales de 2015. A día de hoy las autoridades asumen la imposibilidad de lograrlo. La principal amenaza son los grupos antivacunas.
En España hay menos grupos antivacunas que en EEUU, Alemania o Francia. Además son personas concretas, no comunidades, por lo que se mantiene la llamada inmunidad de grupo.
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