Además del color de los ojos o la estatura, que se transmiten de generación en generación través del ADN de los padres, estos pueden dejar otro tipo de herencia a sus hijos: las bacterias.
Un estudio en ratones realizado en la Washington ha demostrado que el ADN de las bacterias que viven en el cuerpo puede pasar a la descendencia de una manera similar al del propio ADN de los padres.
El descubrimiento significa que hay que tener en cuenta un nuevo factor, el ADN de los microbios que pasan de la madre al niño, a la hora comprender cómo los genes influyen en la enfermedad y la salud.
Durante años no hemos tenido en cuenta a las bacterias como factores que dan forma a nuestro desarrollo, sin embargo, nuestros resultados muestran que las bacterias pasan de padres a hijos, algo que sugiere que deberíamos ampliar nuestra forma de pensar acerca de su influencia en nuestro desarrollo, y tal vez, las contribuciones de otros microorganismos en la genética y la herencia, tanto
buenas como malas.
Aunque se conocerás el papel ‘dañino’ de las bacterias, la mayoría de las que residen en nuestro organismo son comensales, es decir, no causan daño sino más bien beneficios, ya que influyen en rasgos como el peso y el comportamiento.
buenas como malas.
Aunque se conocerás el papel ‘dañino’ de las bacterias, la mayoría de las que residen en nuestro organismo son comensales, es decir, no causan daño sino más bien beneficios, ya que influyen en rasgos como el peso y el comportamiento.
Pero hasta ahora, los investigadores creían que las bacterias que ejercen estos efectos eran adquiridas durante la vida. Ahora este estudio es el primero en demostrar que el ADN bacteriano puede pasar de padres a hijos de una manera que afecta a rasgos específicos como la inmunidad y la inflamación.
Los investigadores han relacionado las bacterias comensales en ratones a la susceptibilidad de los animales a tener una lesión en el intestino. Así, han visto que aquellos animales con ciertas bacterias heredadas son susceptibles a esta lesión, que está causada por la exposición a una sustancia química. Los ratones hembra pasan las bacterias a su descendencia, haciéndolos así vulnerables a la lesión. Otros que llevan diferentes bacterias son menos susceptibles.
Los investigadores tienen muchos problemas para estudiar las enfermedades inflamatorias del intestino, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Ahora los investigadores se han sorprendido al encontrar que aproximadamente la mitad de su ratones tenían niveles bajos en el intestino de IgA, un anticuerpo ligado a estos trastornos que ayuda a defender el organismo contra invasores dañinos y se encuentra en la mucosidad producida por el cuerpo en las zonas donde el «mundo exterior se encuentra con el interior», como los ojos, la nariz, la garganta y el estómago.
Los investigadores han relacionado las bacterias comensales en ratones a la susceptibilidad de los animales a tener una lesión en el intestino. Así, han visto que aquellos animales con ciertas bacterias heredadas son susceptibles a esta lesión, que está causada por la exposición a una sustancia química. Los ratones hembra pasan las bacterias a su descendencia, haciéndolos así vulnerables a la lesión. Otros que llevan diferentes bacterias son menos susceptibles.
Los investigadores tienen muchos problemas para estudiar las enfermedades inflamatorias del intestino, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Ahora los investigadores se han sorprendido al encontrar que aproximadamente la mitad de su ratones tenían niveles bajos en el intestino de IgA, un anticuerpo ligado a estos trastornos que ayuda a defender el organismo contra invasores dañinos y se encuentra en la mucosidad producida por el cuerpo en las zonas donde el «mundo exterior se encuentra con el interior», como los ojos, la nariz, la garganta y el estómago.
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