Ni la peor de las guerras ha matado a tanta gente como la peste. Solo entre 1346 y 1453, acabó con la mitad de la población de Europa y en los reinos hispánicos la mortandad superó el 70%. Aunque los científicos siempre han mantenido que aquel primer brote vino de Asia, no tenían claro el origen de las sucesivas epidemias que, hasta el siglo XIX, castigaron a los europeos. Un estudio relaciona ahora las variaciones climáticas en las estepas asiáticas con la llegada en oleadas de la muerte negra al continente europeo.
El enfoque del investigador de la Universidad de Oslo (Noruega), Nils Stenseth, principal autor del estudio es original. No rastrea la peste ni en la historia ni el análisis genético de los restos de apestados, lo lee en los árboles.
Tal y como explican en la revista PNAS, los autores del trabajo recopilaron información sobre 7.700 brotes de la enfermedad desde la original peste negra y hasta el siglo XIX. Tras descartar las infecciones secundarias de una ciudad a otra, localizaron 24 brotes originales. En ocho de ellos, todo empezó en una ciudad portuaria, como Marsella o Dubrovnik, lo que daría fuerza a la tesis del origen asiático y al papel de las ratas en la transmisión de la enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario