El nombre Vía Láctea proviene de la mitología griega
y en latín significa camino de leche. Ésa es, en efecto, la apariencia
de la banda de luz que rodea el firmamento, y así lo afirma la mitología
griega, explicando que se trata de leche derramada del pecho de la diosa Hera.
Sin embargo, ya en la Antigua Grecia un astrónomo sugirió que aquel haz blanco
en el cielo era en realidad un conglomerado de muchísimas estrellas. Se trata
de Demócrito, quien sostuvo que
dichas estrellas eran demasiado tenues individualmente para ser reconocidas a
simple vista. Su idea, no obstante, no halló respaldo, y tan sólo hacia el año
1609 d. C., el astrónomo Galileo Galilei haría uso del telescopio
para observar el cielo y constatar que Demócrito estaba en lo cierto, ya que
adonde quiera que mirase, aquél se encontraba lleno de estrellas.
Una vez que llega la historia hasta este punto, las versiones son distintas.
Una de ellas dice que Hermes, el mensajero de los dioses, puso a Heracles en el seno de Hera, mientras ella dormía, para que mamara la leche divina pero, al despertar y darse cuenta, lo separó bruscamente y se derramó la leche, formando la Vía Láctea.
Otra dice que Atenea, la diosa de la sabiduría, convenció a Hera de que Heracles mamara de ella, ya que era un niño muy lindo, pero resulta que Heracles succionó la leche con tal violencia, que lastimó a Hera, haciéndola derramar la leche.
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