Un misterio que comenzó hace casi 2.000 años, cuando astrónomos chinos fueron testigos de lo que podía ser la explosión de una estrella, ha sido finalmente resuelto. Nuevas observaciones en infrarrojo de los telescopios espaciales Spitzer y WISE revelan cómo se produjo la primera supernova jamás registrada por el ser humano y cómo sus restos destrozados fueron despedidos a grandes distancias.
Los resultados muestran que la explosión estelar tuvo lugar en algo asi como una cavidad, permitiendo que el material expulsado por la estrella saliera despedido mucho más rápido y más lejos de lo que habría ocurrido en otra circunstacia.
"Este remanente de supernova se hizo muy grande, muy rápido", dijo Brian J. Williams, un astrónomo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Raleigh. Williams es el autor principal de un nuevo estudio que detalla los hallazgos en la revista Astrophysical Journal. "Su rastro es de dos a tres veces mayor de lo que cabría esperar de una supernova cuya explosión fue presenciada hace casi 2.000 años. Ahora, hemos sido capaces de determinar finalmente la causa."
En el año 185 de nuestra era, astrónomos chinos observaron una estrella que misteriosamente apareció en el cielo y permaneció durante unos 8 meses. Hacia los años 60 del siglo XX, los científicos habían determinado que el misterioso objeto fue la primera supernova documentada. Más tarde, se identificó como RCW 86 a los restos de una supernova situada a unos 8.000 años luz de distancia. Sin embargo, un enigma persistía. Los restos de la esférica estrella eran más grandes de lo esperado. Si pudieran ser vistos en el cielo hoy en luz infrarroja, ocuparían más espacio que la luna llena.
La solución llegó a través de nuevas observaciones infrarrojas realizadas con Spitzer y WISE, y datos anteriores de los telescopios Chandra y Newton.
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