En 2002, durante un viaje a Rusia, Valentín Fuster observó
que muchos enfermos de miocardio que debían tomar una combinación de tres
píldoras para evitar infartos no lo hacían. El director del Centro Nacional de
Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de Madrid supo entonces que el
principal motivo era el precio, muy elevado por cuestiones de distribución.
Entonces surgió el embrión de la idea para producir una sola píldora que
incluyese los tres principios activos contra el infarto que se suelen tomar en
tres pastillas: ácido acetilsalicílico, como en las aspirinas, pare evitar la
formación de trombos, una estatina para controlar los niveles de colesterol y
combatir la obstrucción de las arterias y un antihipertensivo que evita el
remodelado del corazón que se produce tras un infarto.
Más adelante, ensayos clínicos como el estudio FOCUS
mostraron que la adherencia al tratamiento de personas que han sufrido infarto
agudo de miocardio aumenta un 22% cuando se administra de una tacada en lugar
de con tres cápsulas. Con el doble incentivo de precio, para llegar a más
enfermos, también en países menos desarrollados, y reducción de mortalidad, se
comenzó un periplo científico que no ha estado exento de dificultades.
Trece años después de aquel viaje a Rusia, hoy, en la sede
del CNIC, Valentín Fuster presentaba la primera polipíldora aprobada en Europa para
la prevención secundaria cardiovascular.Fue la farmacéutica Ferrer la que llegó a un acuerdo con el
CNIC, en lo que la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, ha
destacado como ejemplo de colaboración público-privada, para tratar de llevar
la polipíldora a los pacientes. La inversión necesaria ronda los 50 millones de
euros y, según ha explicado el director general de Ferrer, Jordi Ramentol, se
espera que en cuatro años la polipíldora esté comercializada en 90 países.
Durante la presentación del fármaco, tanto Fuster como
Ramentol han incidido en que su motivación principal es social. Por ese motivo,
aseguran que realizarán los esfuerzos necesarios para ajustar sus márgenes de
beneficio y hacer posible que llegue a países con ingresos medios o bajos.
"De cada 100 infartos, 80 se producen en estos países", ha indicado
Fuster, que se ha referido a estudios recientes para destacar el potencial de
este tres en uno. En EE UU se ha calculado que en cinco años, el 30% de las
personas que han sufrido un infarto vuelven a tener un evento cardiovascular.
Con la polipíldora sería posible evitar dos de cada tres recaídas.
Bibliografía: http://elpais.com/elpais/2015/02/27/ciencia/1425040689_733785.html
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