El Hospital Gregorio Marañón de Madrid avanza en su objetivo
desarrollar corazones artificiales biológicos.
Investigadores del hospital Gregorio Marañón de Madrid
llevan años trabajando en una nueva fuente de corazones para trasplante. El
proyecto consiste en vaciar de células cardiacas corazones de donantes
fallecidos y dejarlos en la estructura interna (el esqueleto, hecho de
colágeno). Una vez conseguido, se coloniza esta matriz con células madre del
paciente, capaces de replicarse y de recubrir el esqueleto cardiaco con tejido
nuevo, hasta dar forma a nuevo corazón sano y compatible, listo para ser
injertado en lugar del órgano enfermo.
Antes de alcanzar este horizonte final se deben quemar
etapas intermedias, y este jueves los responsables del proyecto anunciaron que
habían alcanzado un importante logro: replicar a pequeña escala su objetivo y
crear pequeños parches de tejido cardiaco totalmente funcionales para reparar
corazones dañados en el futuro.
Han logrado sembrar pequeños fragmentos de matriz con
células madre y desarrollar en el laboratorio muestras de tejido cardiaco del
tamaño de una moneda de dos euros con propiedades similares a las del propio corazón,
capaces de latir de forma sincrónica. “Tienen actividad eléctrica ordenada y
contracción adecuada”, apunta Francisco Fernández-Avilés, responsable del
servicio de cardiología del hospital madrileño y coordinador del proyecto.
Los investigadores trabajaron con distintos tipos de células
madre (mesenquimales, precursoras de cardiomiocitos e iPS, células de
pluripotencia inducida, tan versátiles como las embrionarias). Y observaron que
todas las células cultivadas sobre la matriz no solo sobrevivieron, sino que
colonizaban el molde biológico. El resultado más satisfactorio se consiguió al
mezclar los tres distintos linajes celulares.
La intención de los investigadores es poder emplear estos
pequeños parches para tratar a pacientes con lesiones cardiacas. Por ejemplo,
zonas infartadas, sobre las que se implantaría el tejido desarrollado en el
laboratorio para devolver la funcionalidad perdida. El paso siguiente consiste
en evaluar la eficacia de esta técnica en animales de experimentación. El
equipo del Gregorio Marañón ya ha anunciado que tratarán de ensayar la eficacia
de los parches en cerdos, cuyo corazón es muy similar al humano.
Las conclusiones de este trabajo, en el que además del
Gregorio Marañón participa la Organización Nacional de Trasplantes, el
Instituto de Salud Carlos III o la Universidad de Minnesota y el Instituto del
Corazón de Tejas, se han publicado en la revista Biomaterials junto a una
evaluación de todo el proyecto desde su inicio en 2010. En este tiempo, se han descelularizado
39 corazones, lo que sitúa al Gregorio Marañón como el centro con mayor
experiencia en esta técnica. El artículo describe al detalle el proceso de
eliminación de las células, que se disuelven mediante una especie de detergente
enzimático, hasta dejar la estructura tridimensional del molde, formado por
tejido conectivo.
La matriz, pese a quedar limpia de células, estimula y guía
la proliferación, distribución y especialización de las nuevas células
colonizadoras (entre otros aspectos, mantiene proteínas que transmiten señales
a estas células). “Este factor es una importante ventaja respecto a otras
estrategias, como los moldes tridimensionales diseñados mediante impresoras
3D”, comenta Fernández-Avilés, incapaces de recrear andamiajes a partir de
tejido vivo como el conseguido por esta técnica.
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