Este martes (6/05/2015), un equipo de investigadores del Laboratorio Shih, en la Universidad de Taiwán, ha dado un paso más allá en la investigación de los biomateriales, con el desarrollo de un músculo artificial a partir de células de cebolla. Este diseño, que ha sido presentado esta semana en el la revista «Applied Physics Letters», es capaz de contraerse o de expandirse cuando se aplica una corriente eléctrica.
Este martes, un equipo de investigadores del Laboratorio Shih, en la Universidad de Taiwán, ha dado un paso más allá en la investigación de los biomateriales, con el desarrollo de un músculo artificial a partir de células de cebolla. Este diseño, que ha sido presentado esta semana en el la revista «Applied Physics Letters», es capaz de contraerse o de expandirse cuando se aplica una corriente eléctrica.
«El objetivo inicial era desarrollar una microestructura en músculos artificiales que incrementara su capacidad de contraerse o estirarse», ha explicado Wen-Pin Shih,
el investigador principal. «Y un día descubrimos que la estructura y el
tamaño de las células de cebolla eran similares a lo que
necesitábamos».
Como resultado, han conseguido crear un «músculo artificial» que puede contraerse o expandirse en diferentes direcciones dependiendo del voltaje aplicado con una pequeña pila, a diferencia de los diseños anteiores, que solo podían hacerlo en un sentido.
Para ello, los investigadores han aprovechado unas células
de la epidermis de la cebolla que son transparentes y están muy
apiladas, al estilo de unos pequeños ladrillos. Primero eliminaron la
parte más rígida de estas células y gran parte de sus componentes
biológicos y luego las recubrieron con una fina lámina de oro.
Por último, al aplicar una corriente eléctrica por esas capas de oro,
estos improvisados electrodos permitían que el conjunto se contrajera y
expandiera como un músculo primitivo.
«Hicimos los electrodos de oro con disinto grosor para que
la rigidez de las células no fuera la misma en todas las direcciones»,
ha explicado Shih. Según dice, esa asimetría les dio a los científicos
el control sobre el músculo: con una corriente de voltaje bajo las células se expandían
y doblaban hacia abajo, hacia la parte más gruesa del filamento de oro,
pero con un voltaje más alto, las células se contraían y se doblaban
hacia arriba, hacia la porción más fina de la lámina dorada.
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