sábado, 31 de enero de 2015

NUEVA VÍA PARA REGENERAR CORAZONES INFARTADOS CON CON CÉLULAS MADRES

El tratamiento del infarto es una de las parcelas que ha concentrado más esfuerzos y más esperanzas para aprovechar la capacidad regeneradora de las células madre. Sin embargo, desde que en 2001 se ensayó por
primera vez, los resultados han sido muy diferentes y siguen estando lejos del uso clínico. El Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha presentado una nueva vía para reparar corazones lesionados.




La estrategia empleada hasta ahora, que usaba como materia prima de la terapia a células madre del propio paciente, obligaba a esperar entre cuatro y ocho semanas para poder procesarlas y tratar al enfermo. Los investigadores han recurrido a células obtenidas de donantes, que pueden ser almacenadas y, así, disponer de ellas en el momento idóneo, entre los cinco y los diez días después del infarto, para inyectarlas a través de la red vascular, de forma que colonicen la zona afectada, impulsen la producción de nuevo tejido y mejoren la función cardiaca. Esta misma estrategia, probada en cerdos, ha ofrecido resultados muy buenos. En el ensayo participarán 55 pacientes para evaluar la técnica.

De momento, ya se han tratado siete personas cuya evolución es “muy favorable pese a que presentaban una grave afectación del tejido cardiaco”.

La respuesta en la atención al infarto, la primera causa de muerte en hombres, ha evolucionado hasta reducir los fallecimientos del 15% hace 15 años al 5% actual en las áreas de salud con mejor respuesta. Sin embargo, lo más frecuente es que los pacientes desarrollen una insuficiencia cardiaca que les acompañará toda la vida.

De ahí la esperanza que levantó el tratamiento con células madre para evitar o reducir las lesiones que provoca el infarto de miocardio. Pero la terapia regenerativa no es siempre eficaz. Si se aplica de forma inmediata al episodio cardiaco, la inflamación mata a las células regeneradoras trasfundidas. Si se aplica demasiado tarde, la cicatriz ya se ha consolidado. Del quinto al décimo día posterior al infarto es el momento adecuado para aplicarlo.

Frente a otros intentos, en los que se han empleado células madre obtenidas de médula ósea, sangre periférica o grasa, el grupo del Gregorio Marañón emplea células madre cardiacas. Por su perfil similar al tejido que tienen que regenerar son las más indicadas. Pero no es fácil porque este tipo celular es muy escaso y es complejo hacer proliferar cultivos en el laboratorio.

Los pacientes no han manifestado muestras de rechazo a las células reparadoras trasfundidas.

Fuentehttp://elpais.com/elpais/2015/01/30/ciencia/1422623114_901263.html

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