La influencia
del grado de redondez de la Tierra y su relieve en los efectos sísmicos del
impacto de un gran meteorito
Buscando un conocimiento
más preciso y fiable del nivel de destrucción y mortandad que resultaría del
impacto de un meteorito de gran tamaño contra nuestro planeta, un grupo de
investigadores ha desarrollado un nuevo modelo que puede simular con más
precisión las consecuencias sísmicas de tal impacto.
Conor Myhrvold y Jeroen Tromp, de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, y Matthias Meschede de la Universidad de Múnich en Alemania, han creado el primer modelo que tiene en cuenta el hecho de que la Tierra no es una esfera geométricamente perfecta, y que además posee relieve. La forma de la Tierra y los rasgos de su superficie pueden influir más de lo que se creía en la propagación de la actividad sísmica que seguiría al impacto de un meteorito gigante.
Conor Myhrvold y Jeroen Tromp, de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, y Matthias Meschede de la Universidad de Múnich en Alemania, han creado el primer modelo que tiene en cuenta el hecho de que la Tierra no es una esfera geométricamente perfecta, y que además posee relieve. La forma de la Tierra y los rasgos de su superficie pueden influir más de lo que se creía en la propagación de la actividad sísmica que seguiría al impacto de un meteorito gigante.
Las proyecciones que se han venido usando surgen de modelos de una Tierra perfectamente esférica y lisa. Sin embargo, tal como se ha comprobado en el nuevo estudio, las características de la superficie y la profundidad de cada zona oceánica de un planeta o una luna tienen una enorme influencia en los efectos generados por el impacto de un gran meteorito, sobre todo en la propagación de las ondas sísmicas.
Los investigadores simularon el choque del meteorito que provocó la formación del cráter Chicxulub en México, un impacto dos millones de veces más potente que la explosión de una bomba de hidrógeno, y que muchos
científicos creen que provocó la extinción
masiva de hace 65 millones de años, en la que perecieron los dinosaurios.
Las simulaciones con el
nuevo modelo indican que las ondas sísmicas provocadas por un impacto así
estarían poco concentradas y se dispersarían mucho, dando como resultado un
desplazamiento del terreno, tsunamis, y actividad sísmica y volcánica menos
severos de lo que se había teorizado anteriormente.
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