El escorpión de corteza de Arizona (Centruroides), un habitante de los desiertos del suroeste de los Estados Unidos, es uno de los más peligrosos del mundo, conocido por causar una de las picaduras más dolorosas del reino animal. Sin embargo, nada de esto parece importar a los ratones saltamontes(Onychomys torridus), que encuentran en ellos una deliciosa cena sin que el picotazo de su aguijón parezca molestarles lo más mínimo.
Estos roedores han desarrollado una resistencia única al veneno del alacrán. La cuestión es, ¿cómo lo hacen?
Esta evolución hacia la reducción del dolor ocurre en muy pocas ocasiones en la naturaleza, porque el dolor, aunque desagradable, juega un papel esencial para advertir a un organismo del daño tisular. Sin embargo, un equipo investigador dirigido por Ashlee Rowe, de la Universidad de Texas en Austin, ha descubierto que la toxina del escorpión de corteza actúa como un anestésico en esta especia de ratones. Según explican en la revista Science, el veneno inhibe la activación de las neuronas sensoriales de estos animales, pese a que están fuertemente activadas en ratones domésticos.
Esta evolución hacia la reducción del dolor ocurre en muy pocas ocasiones en la naturaleza, porque el dolor, aunque desagradable, juega un papel esencial para advertir a un organismo del daño tisular. Sin embargo, un equipo investigador dirigido por Ashlee Rowe, de la Universidad de Texas en Austin, ha descubierto que la toxina del escorpión de corteza actúa como un anestésico en esta especia de ratones. Según explican en la revista Science, el veneno inhibe la activación de las neuronas sensoriales de estos animales, pese a que están fuertemente activadas en ratones domésticos.
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