El déficit del llamado ARN no codificante ultraconservado se relaciona con una mayor propensión a formar tumores. El trabajo, que ha dirigido Manel Esteller, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), se ha publicado en la revista Molecular Cell, y tiene varias implicaciones: una más práctica, ya que indica una diana para actuar contra los procesos cancerosos; otra más de fondo, pues añade un factor de control a la expresión de los genes —una especie de regulador de reguladores—, y es una demostración más de que lo que se llamó ADN basura hace 15 años es, en realidad, un material crucial. Por eso ahora los científicos lo denominan ADN oscuro.
Esteller describe así el descubrimiento: “Habíamos encontrado que unas moléculas especiales llamadas ARN ultraconservados dejaban de producirse en los tumores humanos y ello contribuía al crecimiento de los mismos, pero no teníamos ni idea del mecanismo empleado”. Al final, se descubrió que estas moléculas se unían a otras cadenas de ARN, los microARN, que actúan como reguladores de la expresión de los genes. “Si una célula deja de producir el ARN ultraconservado, los microARN se descontrolan y se alteran centenares de genes que deberían mantener el equilibrio celular y se contribuye así a la formación de los tumores humanos”, concluye el investigador.
Para entender bien la importancia del descubrimiento, conviene recordar el proceso básico de la producción de proteínas, las máquinas celulares. Las instrucciones para su síntesis están en el ADN, el genoma. Esas reglas salen del núcleo celular copiadas en cadenas de ARN, que, después, se traducen en las proteínas. Pero el proceso tiene múltiples reguladores. Por ejemplo, el ADN también tiene las instrucciones para formar los microARN, que interfieren en el proceso. Ahora se ha visto que, además, producen otro tipo de cadenas, el ARN ultraconservado, que, a su vez, regula la actuación de los microARN. “Es un regulador de reguladores”, ejemplifica Esteller.
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