Muchas vacunas, incluyendo las de la gripe (influenza), la poliomielitis y el sarampión, consisten en una versión del virus muerta o atenuada (inactiva). Sin embargo, en ciertas enfermedades, este tipo de vacuna es ineficaz, o incluso demasiado peligrosa. Una alternativa es una vacuna hecha de pequeños fragmentos de proteínas producidas por el virus o bacteria causante de la enfermedad. Este método ha funcionado en algunas enfermedades, pero en muchos otros casos no provocan una respuesta lo bastante fuerte.
El equipo de Darrell Irvine ha credo unas cuantas vacunas diferentes, que atacan al virus VIH, al melanoma y al cáncer de cuello uterino, y ya las ha probado en ratones. En estos experimentos, cada una de las vacunas generó una gran población de células T de memoria específicas para el péptido viral o tumoral adecuado para el ataque.
Los científicos supieron que avanzaban hacia la dirección correcta en su investigación cuando constataron que se generaban reacciones inmunitarias poderosísimas. En palabras de Irvine, se podía examinar la sangre y contar de cada tres células T a una que era específica contra el objetivo marcado por la vacuna. Las vacunas de este tipo provocaron respuestas inmunitarias de 5 a 10 veces más fuertes que las generadas mediante tan solo los antígenos de los péptidos. La vacuna contra el melanoma enlenteció el crecimiento del cáncer, y la vacuna contra el cáncer cervical redujo los tumores.
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