El
concepto de lo que hoy conocemos como familia o, al menos el germen,
nació hace más de cuatro millones de años. En esa etapa tan precoz de la
evolución humana, nuestros antepasados los «Ardipithecus», apenas unos primates que caminaban sobre dos patas, dieron el paso necesario para que surgieran los valores familiares. Lo consiguieron al abandonar la promiscuidad por la fidelidad y la relación de pareja.
El
cambio no fue casual y fue fruto de una combinación de variables que
hizo cambiar la estrategia de las hembras para garantizar la
supervivencia de su prole y también la de los machos menos favorecidos,
según una investigación del Instituto Nacional de Matemáticas y Síntesis
Biológica de la Universidad de Tenessee (Estados Unidos). Los detalles
se publican en la revista científica «Proceedings».
Intereses mutuos
La
estrategia femenina cambió las reglas de la evolución. Ya no triunfaba
ni se reproducía el más fuerte. Las hembras dejaron de elegir a los
machos dominantes como pareja reproductiva por aquéllos menos
importantes en la jerarquía, pero que les proporcionaban otras
seguridades, desde alimento hasta protección para sus crías. A cambio,
ellas se convirtieron en sus fieles compañeras.
Esta
nueva investigación plantea dos asuntos interesantes, reflexiona
Antonio Rosas, profesor de investigación del CSIC y del Museo Nacional
de Ciencias Naturales. «Una es la estrategia combinada entre las hembras y los machos inferiores en la jerarquía de la dominancia.
Ellos terminan llevándose el gato al agua, frente a los más fuertes. En
lugar de pelearse con otros machos, utilizan su energía en ganarse a
una hembra con comida y protección para las crías. Pero eso solo
funciona con el requisito de la fidelidad. Si no sería una pérdida de
tiempo y de energía».
Otros estudios ya habían apuntado al intercambio de sexo por comida entre nuestros antepasados.
Lo original de este trabajo es el cambio de comportamiento simultáneo
de machos y hembras por un interés mutuo, la acción combinada. Aunque
ellas siempre marcan el paso: «Una vez que las hembras empiezan a
mostrar cierto interés para que las abastezcan con comida, son ellos los
que dejan de competir con otros machos por el favor femenino, explica
el autor del estudio Sergey Gavrilets. En su opinión, su investigación
describe «una auténtica revolución sexual».
Fórmulas de cooperación
El trabajo también deja ver en el género «Ardipithecus» los primeros rasgos de reconocimiento entre padres e hijos y el nacimiento de una nueva forma de sociedad con fórmulas de cooperación dentro del grupo.
Todo
esto ocurrió hace más de 4 o 5 millones de años, «aunque sin duda no
hubo una barrera nítida que marcó el cambio de comportamiento», apunta
Antonio Rosas. «Si en nuestras sociedades aceptamos cierta holgura en el
concepto de emparejamiento, imaginemos a unos homínidos de hace
millones de años».
Fuente: abc.es
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