Hace dos días, John Grotzinger, el investigador principal de la misión Curiosity, anunciaba en una entrevista radiofónica que uno de los instrumentos del sofisticado vehículo había recogido datos que"cambiarán los libros de historia". De inmediato, muchos pensaron que se estaba refiriendo, precisamente, a una de las noticias más esperadas por la comunidad científica internacional: el hallazgo de pruebas de la existencia de vida en Marte.
En sus declaraciones a la National Public Radio norteamericana (NPL), el investigador de la NASA aseguraba que "los datos prometen realmente mucho" y anunciaba que los resultados se harían públicos en un par de semanas, probablemente durante la inauguración de la conferencia anual de la Unión Geofísica Americana, el próximo 3 de diciembre.
El hallazgo se realizó, en efecto, con un intrumento muy concreto del rover, el SAM (analizador de muestras marcianas), capaz de detectar un gran número de componentes biológicos presentes en el aire o en las rocas, así como de analizar materia orgánica. SAM consta a su vez de tres instrumentos (un cromatógrafo de gases y dos espectrómetros diferentes) que son perfectamente capaces de buscar compuestos del carbono, como el metano, así como restos de oxígeno e hidrógeno o identificar materia orgánica.
Durante la rueda de prensa al dia siguiente, algunos miembros del equipo del Curiosity respondieron a las preguntas de los medios. Y si bien es cierto que intentaron rebajar las expectativas, ninguno de ellos desmintió la posibilidad que que el hallazgo estuviera relacionado con la presencia de vida en Marte.
Hasta ese momento, y para evitar "patinazos", el equipo de investigadores realizará análisis adicionales para asegurarse de que los datos del Curiosity son, efectivamente, lo que parecen. Pero Grotzinger dio otra pista sobre la naturaleza del descubrimiento.
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