jueves, 4 de junio de 2015

UNA BACTERIA TRANSGÉNICA DIAGNOSTICA CÁNCER EN LA ORINA

El probiótico administrado a ratones deja un rastro de color si hay actividad tumoral.
Un sencillo test genético predice la metástasis.

La bacteria Escherichia coli es un ser vivo sencillo abunda en el intestino de aves y mamíferos, y por ello también en sus heces, normalmente, sin provocar mayores problemas. Pero tras manipular convenientemente su genoma en el laboratorio es capaz de abandonar su papel  y asumir funciones complejas reservadas a sofisticados equipos de diagnóstico por imagen como la identificación de metástasis en el hígado de ratones. Si hay un tumor, el microorganismo lo señala con la coloración de la orina. Han convertido las bacterias en bactodoctores, resume el especialista en biología sintética de la Universitat de València  Manuel Porcar.



La metástasis en el cáncer de hígado es especialmente difícil de detectar prematuramente mediante técnicas de diagnóstico por imagen y, cuando da la cara, frecuentemente es demasiado tarde para garantizar el éxito del tratamiento. Este órgano suele ser el principal destino hacia donde se diseminan otros tumores, como el colorrectal, de mama o de páncreas. De ahí el interés de los investigadores por diseñar un mecanismo que permita la identificación temprana de las neoplasias hepáticas mediante microorganismos modificados.

Los investigadores partieron de una característica que tienen bacterias como la E. coli: su capacidad de abrirse paso desde el tracto intestinal hacia el hígado y su afinidad por unirse al tejido tumoral y colonizarlo. “Nadie sabe con detalle por qué sucede, probablemente tenga que ver con la falta de actividad del sistema inmunitario y la abundancia de nutrientes en la zona”, comenta Arthur Prindle, uno de los autores del trabajo que ha dirigido Tal Danino y Jeff Hasty.

Trabajaron con la subespecie de E. coli Nissle 1917, conocida por sus propiedades probióticas.

La primera parte del trabajo, encontrar la forma de que la bacteria se dirigiera al hígado, ya estaba resuelta. Si detectaba el tumor, lo colonizaría. Ahora faltaba que la bacteria administrativa en una píldora- fuera capaz de lanzar una señal en cuanto detectara tejido neoplásico. Para ello desarrollaron un complejo mecanismo en cadena. Insertaron en la bacteria un fragmento de ADN que produce una enzima. Y desarrollaron un compuesto inyectable. La enzima se une al compuesto, lo fractura y libera la luciferina, que se filtra a través de los riñones y se expulsa por la orina. Es decir, si hay tumor, hay colonias de bacterias. Si hay bacterias hay producción enzimática.

Y si hay enzimas, liberan la luciferina a la orina, una proteína que se puede detectar en sencillos test de laboratorio.

Los científicos recurrieron a ratones a los que indujeron tumores en el hígado para comprobar el procedimiento. Si las metástasis estaban presentes, debido a la reacción en cadena,la orina del ratón era roja.

Fuente:El País

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