miércoles, 18 de febrero de 2015

LA LLAMA, AL ATAQUE DEL VIH

Es como si una sola bala disparara al bull [centro de la diana], afirma con prudente entusiasmo el doctor Eduardo Gotuzzo, director del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt, adscrito a la Universidad Peruana Cayetano Heredia. En su oficina, poblada de libros sobre bacterias, virus y otros microorganismos, los ojos se le iluminan suavemente.


El pasado diciembre, la revista médica Plos Pathogens publicó un importante estudio: un equipo de 14 investigadores de varios países, liderados por la doctora. Laura Mc Coy del University College de Londres, comprobó que los anticuerpos de la llama (Lama glama), , tenían un efecto inesperado.

Podían neutralizar, nada menos, que al VIH (virus de inmunodeficiencia humana), ese maldito agente patógeno que, según ONUSIDA, en la actualidad vive en, por lo menos, 35 millones de humanos. Y lo hacen precisamente por esa cualidad que Gotuzzo, epidemiólogo de prestigio internacional, explica con una precisión casi quirúrgica. “El antígeno es una parte de cualquier microbio que, cuando se expone al sistema inmunológico, genera anticuerpos y sirve para hacer un diagnóstico”, dice enfático. La prueba de Elisa, añade, es eso: buscar en la sangre de una persona los anticuerpos contra el VIH, al mezclarlo con una enzima. Si los tiene, quiere decir que está infectado y es seropositivo.

Lo que ocurre con el malvado VIH es que, como anota este especialista, “produce anticuerpos que no dañan al virus”. Si la persona no es tratada, el paso siguiente es que puede desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y volverse muy vulnerable a otras enfermedades, como la neumonía, una infección común entre los seropositivos no controlados.

Según Gotuzzo, los anticuerpos tienen dos cadenas de proteínas y funcionan “como si tiraras un cañón, a ver qué pescas”, mientras que los de una sola cadena —los de las llamas y escualos— apuntan mejor, dan en el blanco de la diana. De acuerdo con el texto de Plos Pathogens, tienen una efectividad altísima: logran neutralizar, in vitro, el 96 % de las cepas de VIH con las que son enfrentados.

Es decir, resultan efectivos para atacar a este perverso agente patógeno; le dan en el piso, lo neutralizan. La novedosa exploración, por si fuera poco, podría servir para producir una vacuna eficaz, pues si progresan las investigaciones se podría aplicar a un individuo un antígeno atenuado, o muerto, del VIH, a fin de que provoque su propio ejército de defensa y luche.

http://elpais.com/elpais/2015/02/16/planeta_futuro/1424090333_560966.html

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