martes, 28 de febrero de 2012

El fenómeno meteorológico de La Niña podría promover epidemias de gripe

En 1918, 1957, 1968, y 2009, hubo pandemias de gripe con virulencia variada, desde la terriblemente mortífera de 1918 (con cerca de 50 millones de personas fallecidas), hasta la muy benigna de 2009.

Un nuevo estudio que analiza los patrones meteorológicos que estuvieron activos poco antes de iniciarse estas pandemias y durante las mismas, ha revelado que cada una de ellas fue precedida por un periodo de actividad del fenómeno meteorológico de La Niña en el Pacífico ecuatorial.

La Niña y El Niño son las fases opuestas de una oscilación natural de temperaturas en el Océano Pacífico ecuatorial que tiene un ciclo de varios años. La Niña es la fase relativamente fría. La fase de El Niño, más cálida, sigue a la de La Niña uno o dos años después.

Se sabe que el fenómeno meteorológico de La Niña altera los patrones migratorios de las aves, que son consideradas como un importante reservorio del virus de la gripe que afecta al ser humano.



Jeffrey Shaman, de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, y Marc Lipsitch, de la Escuela de Salud Pública en la Universidad de Harvard, creen que los patrones migratorios alterados promueven el desarrollo de cepas nuevas y peligrosas del virus de la gripe.

Los investigadores estudiaron los archivos de temperaturas oceánicas del Pacífico ecuatorial en las estaciones de otoño e invierno que precedieron al inicio de las cuatro pandemias de gripe más recientes, con el fin de examinar la relación entre los patrones del tiempo y las pandemias de gripe.

Y han encontrado que en todos los casos las pandemias estuvieron precedidas por temperaturas más bajas de lo normal en la superficie marítima, lo cual encaja con la fase de La Niña en el fenómeno conjunto conocido como El Niño - Oscilación del Sur (ENSO por sus siglas en inglés). El patrón correspondiente al fenómeno meteorológico de La Niña se desarrolla en el sector tropical del Océano Pacífico una vez cada periodo de entre dos y siete años.

Los autores del nuevo estudio citan otra investigación que también muestra que La Niña afecta a la migración, al contacto entre especies de aves migratorias, y a otras pautas de conducta, de tal modo que pueden favorecer el tipo de intercambio de genes que crean variaciones novedosas del virus de la gripe, y por consiguiente potencialmente más infecciosas.

Se sabe que las pandemias se producen debido a cambios drásticos en el genoma de la gripe. La hipótesis de Shaman y Lipsitch es que La Niña prepara el escenario para estos cambios al provocar la alteración de los patrones migratorios de las aves.

Estos cambios en la migración no sólo alteran el contacto entre especies diferentes, sino que también podrían cambiar la manera en que las aves entran en contacto con animales domésticos como los cerdos. El intercambio genético entre los virus de la gripe aviar y la gripe porcina fue un factor decisivo en la pandemia de gripe del 2009.

Aunque en un reciente estudio se llegó a la conclusión de que existe un vínculo entre las pandemias de gripe y los episodios intensos del fenómeno de El Niño, Shaman y Lipsitch sostienen que ese análisis se basó en algunos datos erróneos. Ahora Shaman y Lipsitch proponen poner a prueba la teoría de la influencia de La Niña sobre la gripe mediante un detallado estudio de la genética del virus, así como de los patrones migratorios de las aves y los datos climáticos.

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